Adiós, 2024

Por: Mireya Flores Santillán

Premio Estatal de Ensayo

Todo el mes de diciembre está cargado de un aire de nostalgia del que es difícil escapar. Las fiestas y las despedidas nos urgen a repasar cada instante del año, en busca de una evaluación que nos permita determinar si fue un “buen año” o no. Todo esto nos da la ilusión de que realmente las cosas pueden ser diferentes cuando inicia una nueva vuelta al Sol.

            Así es que aprovecharé para hacer una pequeña evaluación de las cosas que sucedieron en este año. Sobre todo, porque en estas fechas es muy fácil que, entre fiesta y fiesta, tratemos de olvidar todo lo malo, como esperando que la magia de la Navidad nos borre la memoria y podamos empezar desde cero el 2025. Sin embargo, pensar de esa manera puede volvernos insensibles frente al hecho de que hay millones de personas que no pueden acercarse ni siquiera a la mágica paz navideña.

            El 2024 fue un año lleno de tensiones de varios tipos, en el ámbito geopolítico, social y económico, sobre todo. Hubo sucesos que fueron decisivos para el futuro de México, y otros, que siguieron perpetuando el pasado. Tanto en el ámbito internacional como en el nacional, la violencia siguió teniendo un enorme protagonismo. De una forma terrible, nos seguimos acostumbrando a saber todos los días sobre algún acto violento.

            En términos económicos, pudimos ver la emergencia de discusiones que han puesto en juicio los paradigmas hasta entonces conocidos. Cada vez más, el sistema de gobierno que hemos conocido hasta el día de hoy muestra sus contradicciones y sus limitaciones. Además, los conflictos bélicos entre países han dejado en claro la poca eficiencia de las organizaciones internacionales que, supuestamente, están para velar por la paz.

            Del mismo modo, siguen existiendo, y cada vez más consagrados, discursos de odio, que abarcan varios estratos de la sociedad. La xenofobia contra las personas que migran entre países sigue haciéndose presente, incluso, de forma institucionalizada. El racismo, el clasismo y la misoginia también siguen afectando a muchísimas personas todos los días. Los crímenes de odio siguen, igualmente, siendo perpetuados, contra mujeres y personas de sexualidades diversas. La lucha contra el narco sigue dejando montones de familias deshechas en varios estados del país, lo cual deja tras de sí una ola de pobreza que crece cada vez más.

            Son tiempos realmente difíciles que, si existieran los milagros de Navidad, todo lo horrible de la realidad se borraría en la mañana del 25 de diciembre. Pero no es así. Terminar con todo ello depende de que no perdamos la capacidad de experimentar el dolor y la empatía. Sin embargo, entiendo perfectamente la necesidad de sentir que todo está perfecto y que no hay de qué preocuparse hasta que inicie enero. Ha sido demasiado para soportar durante este año. Sólo debemos tener cuidado con que esa atípica comodidad se nos haga una costumbre, pues la Navidad pasa, pero todos los problemas estructurales seguirán ahí, perpetuándose, mientras no los cuestionemos.

            Por ahora, quiero desearles feliz Navidad y feliz Año Nuevo a todas las personas que, durante todo este años se dieron el tiempo de leer las opiniones que, gracias a la confianza de Generación Press, he podido compartir mes con mes aquí. Mi deseo más grande es que en algún momento no haya que preocuparse por cosas que son evidentemente dañinas para el bienestar social. Pero me conformo con ahora desearles, apreciables lectores y lectoras, que, al menos por estos días, puedan experimentar algo de armonía en sus entornos, y que aquello que los aqueja por dentro pese un poquito menos de lo habitual. Muchos abrazos.

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