Diferencia entre alternativas y colores.
Por Liliana Becerril Rojas
Columna: Revolucionaria Social
Fanpage Face: https://www.facebook.com/LilianaBecerrilR
Tw: @LiliBecerrilR
Las nuevas circunstancias sociopolíticas que vivimos en la actualidad se plantean de manera radicalmente diferente a cualquier otro momento histórico. En el pasado fue indispensable crear opciones ideológicas que se constituyeran en partidos políticos, pues era necesario sentar las bases de una nación que comenzaba a construirse. El sistema político cobraba vida y como ciudadanos debíamos aprender a vivir en la democracia. Sin embargo, el sistema político, como cualquier proceso, quedó obsoleto ante la aparición de nuevos elementos que poco a poco fueron haciendo más compleja la realidad. Hoy vivimos un Tlaxcala muy diferente al que vivieron nuestros antepasados y los desafíos que nos plantea requieren de una nueva dinámica tanto de los ciudadanos como de los institutos políticos.
Actualmente hemos tenido que aprender que la base de la construcción de una sociedad justa y pacífica es la empatía, porque al generar las condiciones para que nuestros semejantes estén bien podremos vivir con armonía y tranquilidad, más requiere una construcción organizada, libre de apasionamientos, libre de fanatismos y mucho más abierta a la diversidad. Es por ello que los ciudadanos necesitamos bajar las banderas, dejar de lado los colores y las siglas si queremos un estado más justo.
Es necesario que tengamos clara la diferencia entre las alternativas y los colores. Cuando hablamos de alternativas, hablamos de construcciones flexibles que aportan elementos indispensables para generar soluciones. Cuando hablamos de colores hablamos de fanatismo, de intereses de partido y de parcialidad. Necesitamos alternativas.
Como ciudadanos, como políticos, como Estado, no podemos conformarnos con creer que el sistema es inamovible, porque la sociedad está viva y es apta para la adaptación a las nuevas circunstancias. Nuestra historia política nos refiere que somos capaces de generar los cambios que necesitemos para tener nuevos puntos de partida. Que no es traición buscar nuevos horizontes para crecer y que las diferencias de pensamiento pueden ser una oportunidad para el diálogo y los acuerdos. Hoy la revolución social se gesta desde las ideas, el intercambio de percepciones y los convenios que se ajusten a esta nueva realidad.
Estamos en un momento crucial de nuestra vida como estado, porque el llamado es a vivir en fraternidad y a vivir la fraternidad en la construcción de nuestra realidad. Somos llamados a abrazar nuestra ideología para crear una nueva forma de solucionar nuestras problemáticas. Todo suma, todo nutre. Todos nuestros caminos conducen a la sociedad que queremos ver y ser.
Los valores aprendidos son ahora nuestra guía: el amor, la empatía, el respeto y la solidaridad. Son nuestros hilos conductores, las bases que nos ayudarán a responder de forma contundente al desafío de esta nueva normalidad, de este momento histórico del que no hay antecedente.
Escribamos la historia, nuestra historia, desde la fraternidad, desde la confianza, desde la fe y, por supuesto, desde la empatía. Todos, con nuestras diferencias, «hagamos que las cosas sean posibles»