Educar para vivir: enfrentando la violencia contra la mujer.
Por Liliana Becerril Rojas
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El desafío actual y constante de nuestra sociedad es la violencia contra la mujer. Es una problemática difícil de encarar y difícil de resolver, porque pareciera que estamos confundidos con respecto al tema.
Por una parte, el discurso patriarcal que ha imperado a través de los siglos en nuestra sociedad justifica la violencia contra la mujer, por considerar que dentro del entramado social su rol es mantener la estabilidad de la familia y su desarrollo debe limitarse a ejercer ese papel sin mayor aspiración. En este discurso resulta paradójico que la figura femenina es canonizada y satanizada. Se canoniza a la mujer cuando es madre por ser la depositaria de ese cúmulo de normas que reproduce el esquema establecido por el sistema ideológico patriarcal. Es satanizada por ser considerada inferior en derechos al varón y aún se cuestiona su honorabilidad al ser comparada con la santa, con la madre. Es decir, la mujer confronta y condena a la misma mujer para que el patriarcado siga vigente.
Este problema social no se ha resuelto, por el contrario, se ha recrudecido. Muestra de ello es que durante la pandemia las cifras que emitió el Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres y señalan que, de abril a junio de 2021, Tlaxcala tiene un acumulado de 17 mil 265 actos de violencia contra el género femenino y solo se han identificado a 153 hombres como agresores, así como solo una mujer agresora.
En este ejercicio de violencia no hay ganadores y todos perdemos. Por eso es indispensable enfrentar la raíz del problema con la misma herramienta con la que se propaga: la educación, entendiendo a la educación como el medio a través del cual se legitiman las prácticas violentas contra la mujer que se han considerado normales. Es necesario cambiar el discurso para despertar la conciencia de hombres y mujeres con respecto a su participación en la construcción de una nueva dinámica social, en la cual la violencia no tiene justificación y por lo tanto es sancionada.
Es necesario romper el círculo vicioso que enfrenta a la mujer contra sus congéneres, a través de la acción sorora. Mediante el amor y la empatía, difundiendo las instancias legales que protegen y respaldan a la mujer de la violencia normalizada. Haciendo visibles los recursos de los que pueden disponer las víctimas de cualquier tipo de violencia contra la mujer, a través de la educación, de la capacitación para que finalmente se reconozcan como personas libres, soberanas, honorables y dignas que pueden y merecen aspirar a una vida mejor.