Pensando el “tiempo de mujeres” a través de Titane, de Julia Ducournau.

Por: Mireya Flores Santillán

Premio estatal de ensayo.

Llevamos apenas unos días desde que la primera presidenta de nuestro país tomó posesión del cargo. Aún es muy pronto para identificar cómo se desarrollará la dinámica gubernamental de ahora en adelante, y cuánto se transformará con respecto a lo que hasta entonces –y durante decenas de años– conocimos como el poder legislativo mexicano. Uno esperaría que el hecho de tener a una mujer en el cargo más alto fuera el detonante de cambios profundos en la sociedad, y no sólo de empezar a escribir con “a” los cargos públicos.

Pero lograr cambios profundos en nuestra sociedad no es sólo tarea del gobierno, sino que también requiere de un fuerte compromiso de la población. Y es que ahora, más que nunca, tenemos la oportunidad de mirar con nuevos ojos las dinámicas de nuestra socialización, pues la llegada de la primera mujer a la presidencia del país es un hito histórico. Por ello es necesario que, tanto hombres como mujeres, tengamos un sentido crítico activo, que cuestione y critique cada situación que se presente, para transformar verdaderamente nuestra sociedad. La pregunta es: ¿cómo pueden ponerse en crisis los preceptos conocidos de una manera efectiva, para poder cambiarlos?

Esta es una tarea realmente complicada, pues para que uno mismo pueda salir de su propio esquema de pensamiento, hace falta enfrentarse con un esquema de pensamiento distinto; es decir, conversar, escuchar. Sin embargo, muchas veces es complicado encontrar espacios donde pueda lograrse esto de una manera satisfactoria. De modo que nuestras interacciones quedan limitadas a las que se producen a través de las pantallas. Aunque esto no tiene que ser del todo malo.

Y es que es, precisamente, gracias a las pantallas, que tenemos la oportunidad de enfrentarnos a otras perspectivas que, dependiendo de la calidad del contenido, pueden significar un reto a nuestras propias perspectivas. Tal es el caso de la película Titane (2021), de Julia Ducournau, pues es una de esas que realmente meten en problemas los preceptos del mundo tal como lo conocemos en Occidente.

Dado que la fecha de realización de este largometraje es bastante reciente, es posible encontrar en él algunos de los temas más vigentes y controversiales de la discusión pública: la maternidad, el género, el cuerpo, el deseo y el mito del eterno femenino, por ejemplo. Pero nada de esto impide que la cinta esté llena de acción y violencia; con lo cual se revierten desde el inicio los temas asociados a las “cosas de mujeres”.

En Titane tenemos a una protagonista sumamente conflictiva a la que, durante su niñez, le injertaron una placa de titanio en el cráneo, después de haber sufrido un accidente automovilístico. Desde entonces, siente atracción sexual hacia los autos, por lo que se dedica a ser modelo cerca de ellos. La historia da un vuelco inimaginable que, más vale no contar, porque develar aquí un solo detalle, requiere de explicaciones que sólo la propia película puede brindar.

Lo que sí puedo decir es que las circunstancias en que vemos el cuerpo de Alexia, la protagonista, rebasan las normas sociales de lo que entendemos como femenino y masculino; lo bello, lo sano o lo erótico. Todo esto hace que nos preguntemos por lo que tales adjetivos significan realmente, sin encontrar una respuesta. Nos vemos obligados a buscar alguna, fuera de los márgenes de lo establecido. Uno como espectador se da cuenta de que ninguna de las valoraciones que hasta entonces conocía le sirven para pensar esta película. De modo que hay que empezar desde cero.

Todo esto convierte a la cinta de Ducournau en un ejercicio de crítica y reflexión muy profundo. Tal vez esto explique por qué no ha tenido una aceptación tan generalizada. Sin embargo, merece la pena echarle un vistazo, teniendo en cuenta que las nociones con que intentaremos valorarla dejarán de tener sentido en cuanto terminemos de verla. Y es que, quizás sea esta obra una vía mediante la cual podamos enfrentarnos a esa otra perspectiva que enriquezca la de cada uno de nosotros, y que ahora nos hace tanta falta. Ducournau nos muestra cuán fácil es meter en problemas la lógica de nuestra socialización, con tan sólo un par de cuestionamientos. Y, sobre todo, cómo es hacerlo desde la perspectiva de una mujer.

En estos momentos en que por primera vez experimentaremos un poder legislativo presidido por una mujer en México, es fundamental acercarse a obras que nos muestren cómo el mundo se mira distinto simplemente porque es observado desde otro punto de vista. Así, veremos que existe la posibilidad de que las cosas se miren distintas en nuestro país por el simple hecho de que quien lo encabeza esta vez no es un hombre. Del mismo modo, al acercarnos a la manera en que Ducournau hace cine, conocemos algo que no puede decirnos la perspectiva de un hombre, sencillamente porque se trata de experiencias de vida distintas.

A través de Titane podremos darnos cuenta de que en nuestra sociedad existen entramados muy frágiles que se rompen en cuanto un elemento deja de funcionar por inercia. Así, si en México gobierna una mujer, pero lo hace con la misma lógica con que se hizo desde que este país se independizó, no habrá ningún cambio significativo. Para que éste se produzca, hará falta dejar de gobernar, de vivir y socializar por inercia. Será necesario poner todo en crisis, para construir algo distinto en lo desconocido.

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