Tlaxcala y el juego de las encuestas: todos ganan, nadie convence.

Por: León Espinoza

En Tlaxcala, como en muchos otros estados del país, el camino hacia la gubernatura de 2027 ya comenzó… al menos en los discursos. Los aspirantes, sin excepción, presumen ir “a la cabeza” en las encuestas. Uno asegura estar “posicionado”, otro dice que “arrastra simpatías” y otro más se declara “imparable”. ¿La realidad? El juego de las encuestas se ha convertido en un espejo a modo, donde cada quien se ve ganador. Pero el electorado no es ingenuo.

Hay que decirlo con claridad: en Tlaxcala, Morena mantiene la delantera en las preferencias ciudadanas. No porque lo digan los sondeos que circulan entre pasillos políticos, sino porque ha sabido posicionarse como la marca dominante desde hace ya varios procesos. A pesar de sus contradicciones internas y pugnas por el control, la gente sigue viendo en Morena una opción viable y cercana a sus aspiraciones de justicia y bienestar.

Sin embargo, las encuestas son solo una foto del momento. Y como toda foto, pueden maquillarse. La verdadera medición no ocurre en redes sociales ni en boletines de autocelebración: ocurre en la tierra, en el contacto directo con la gente. Allí no hay forma de fingir el respaldo popular. El liderazgo auténtico se construye con presencia constante, compromiso real y resultados palpables.

Los aspirantes deben entender que no se gana repitiendo que se va ganando. La política necesita menos egos y más empatía. Las giras a comunidades, los recorridos sin cámaras, las manos que se ensucian resolviendo lo urgente… eso es lo que realmente mueve una campaña.  El pueblo tlaxcalteca está cansado de figuras que aparecen solo en temporada electoral, y quiere ver rostros conocidos, no solo nombres en espectaculares.

Si algo habría que recomendarles a quienes aspiran a gobernar Tlaxcala, es simple:

—Escuchen más y hablen menos.

—Dejen las encuestas amañadas y caminen el estado.

—Construyan equipo, no culto a la personalidad.

—Y sobre todo, que no subestimen la inteligencia del pueblo. Porque al final, «no gana quien más dice que va ganando… gana quien más se compromete con la verdad.»

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